Un can con su mente retorcida se aproxima a las espaldas de un niño que estaba gozando el sabor de unas galletas rellenas, de esas que se disfrutan al caminar en el aire libre. El padre observa los feroces grandes dientes de aquel animal musculoso con la piel gruesa sacudiéndose en su calavera por el fuerte viento que golpeaba en su rostro frenético. El pobre padre cubre al niño por detrás protegiendo la supuesta presa ambulante , el perro no titubeó ni por un segundo su rumbo, solo anhelaba dar inyecciones de ira con sus filosos colmillos a quien sea. El padre sabía que sería la víctima , también era fuerte como el canino, pero ¿quién tiene las agallas para enfrentar con las propias manos a un bicho iracundo como ese?
El enfrentamiento solo duró segundos pero en cada fragmento de segundo una marea fuerte de pensamientos fugaces atropellaban la conciencia del hombre que parecía un cadáver. Sólo vale aclarar que antes de su muerte , su figura se modificó abruptamente palideciéndose .Igualmente mantenía su postura erguida como todo padre que defiende la vida de su hijo . Heroico por supuesto, se podrían escuchar aplausos. El perro ya estaba suspendido en el fresco aire , como un torbellino que arrastra hojas , a un centímetro y medio del rostro blanco sin saber que ningún estallido de bomba nuclear iba arrebatar lo inevitable. La boca rellena de colmillos comienza a cerrarse en la gravedad, pero esta vez esa soberbia boca tenía su carne. Pero una mordida por mas grande que sea no quita un gran hambre y mas allá que el desfigurado sujeto había perdido por completo una de sus mejillas , las bestia desconocía consuelo alguno y al fin de despegar la carne del hueso tirose encima del HOMBRE SIN CARA. Cuanta salsa de tomate caía sobre el piso , sobre las galletitas rellenas del niño sobre la gente , sobre mí.
Desde lejos un ojo grande vio todo lo sucedido en la acera del frente, era el ojo de algún enfermo mental que estaba medicado , este celebrando, aplaudía hasta que una gota de sangre cayó sobre su ojo. El débil mental a pesar de su visión borrosa observaba en la lejanía los huesos de esa cara demolida, pero pudo darse cuenta que la bestia una vez de acabar con el hombre sin cara , aún seguía deseando comer las galletitas rellenas del niño.
Lo que pasa que eran Oreo las cookies.
ResponderExcluirYo también ahora te tengo.
Abrazo
Es que la posta era darle las galletas al perro, de una.
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